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Pequeñas alegrías del confinamiento

Hacía ya tantos años que no veía Lagartos verdinegros en Novellana que se me había olvidado que una vez los hubo. Un incendio hace mucho tiempo, intencionado como la mayoría de los que ocurren por aquí, arrasó con el bosque de carbayos, sauces y abedules que había debajo de mi casa. Y también se llevó por delante matorrales de toxos de flores amarillas, brezos verdes y morados y zarzas llenas de moras. Lo que muchos siguen llamando maleza y basura estaba lleno de vida. Allí criaban alcaudones dorsirrojos y zarceros, tarabillas y currucas y se asoleaban las culebras de collar y los lagartos.  Leer más.

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